«Y aunque algunxs nunca regresaron,
siguen vivxs en cada aliento de libertad entre nosotrxs.
Y aunque algunxs cayeron en combate,
están a nuestro lado en cada acción.
Y aunque algunxs nos dejaron pronto,
nos guían y allanan nuestro camino».
La noche del 24 de octubre de 2025, prendimos fuego a un coche policial sin identificación perteneciente a la polícia de Berlín, frente a la comisaría de la Sección 24 de Berlín. Los vehículos policiales sin identificación están estacionados en la reserva central de Kaiserdamm.
Dieciséis personas ya han sido asesinadas a tiros por la policía en Alemania durante este año. Y mientras sus familiares y amigxs aún intentan comprender esta brutal realidad, el Estado y la prensa culpan a lxs fallecidxs. Tras la ejecución de Lorenz1 en Oldenburg, la noche del 20 de abril de 2025, con disparos en la nuca, el torso, la cadera y el muslo, se están difundiendo mentiras sobre un supuesto ataque con cuchillo. Al igual que se hizo en los casos de Hussam Fadl,2 Lamin Touray,3 Mouhamed Lamine Drame4 y muchxs otrxs. Si, gracias a la presión pública, se presentaron cargos, los perpretadores uniformados salen de la sala del tribunal con sobreseimientos y absoluciones.
Mientras tanto, las personas negras y migrantes siguen siendo objeto de violencia policial racista a diario, soportando controles aleatorios, agresiones dolorosas que ponen en riesgo su vida y abusos degradantes que, con demasiada frecuencia, terminan en muerte. Esto también afecta a las personas sin hogar, a las personas con enfermedades mentales y a las personas LGBTIQ+. Las prácticas policiales racistas, criminales y mortales son omnipresentes. La inquebrantable creencia en Alemania en «el ser humano detras del uniforme» parece ser un consenso en muchas mentes, no a pesar del pasado nazi, sino precisamente por él. Esto se evidencia en la afirmación establecida de que lxs policías y soldadxs de extrema derecha son «casos aislados», aunque nadie es capaz de contabilizar la multitud de grupos de chat de extrema derecha, redes que apoyan a la NSU y grupos armados, desde «Nordkreuz» hasta «Nordbund». Y se evidencia en la amplia aceptación social de la violencia policial masiva, siempre y cuando afecte a quienes son marginados por ser extranjerxs, diferentes o enfermxs.
Mientras que lxs familiares y las iniciativas antirracistas tienen que luchar por cada pizca de visibilidad tras los asesinatos policiales, la violencia racista del Estado se ha mostrado abierta y orgullosamente durante los últimos dos años a la hora de reprimir las protestas en solidaridad con Palestina. La persecución de las organizaciones de migrantes como parte de la práctica policial alemana no es nada nuevo. En la criminalización de kurdxs y turcxs durante décadas en virtud del artículo 129b, el Estado alemán ejemplifica su búsqueda de intereses geopolíticos. Las buenas relaciones con Turquía son, entre otras cosas, una base importante para los acuerdos fronterizos y la exportación de armas. A medida que aumentaban las protestas en respuesta al incremento de los asesinatos en Palestina, la política del Estado alemán coincidió con un aparato policial que tiene sus raíces históricas en la continuidad de la explotación y la violencia coloniales, la historia nazi y el militarismo.
Con respaldo político, la policía irrumpió en las manifestaciones donde y cuando quiso, golpeando a las personas que coreaban consignas en árabe, llevaban keffiyehs o exigían la libertad para Palestina. El patrón no ha cambiado mucho desde el inicio del colonialismo: las personas que no son reconocidas por la policía y la prensa como blancas y alemanas son agrupadas como un colectivo, asignadas a una región y dotadas de características «culturales» estereotipadas. De esta manera, un movimiento diverso de decenas de miles de personas podía ser objeto de sospecha pública generalizada por ser una organización fachada de Hamás, impulsada por el antisemitismo. Actualmente, el derecho a la libertad de reunión ya no existe para el movimiento palestino.
También en las escuelas de Berlín se impone la autoridad interpretativa del Estado con el pretexto de la supuesta prevención del antisemitismo. Desde el 7 de octubre, la Administración del Senado permite a las escuelas prohibir el uso de símbolos palestinos. Según las agencias antidiscriminación, este decreto ha provocado una intimidación masiva de lxs estudiantes.
Pero mientras que cada «Del río al mar» se reinterpreta como una fantasía antisemita de exterminio, los ataques reales contra judíxs o sinagogas solo interesan a lxs políticxs en la medida en que pueden utilizarse como munición para desacreditar las protestas. El hecho de que miles de los más de 6700 casos presentados por la fiscalía de Berlín contra el movimiento solidario hayan sido desestimados por los tribunales por falta de sospecha o relevancia probablemente no preocupe a lxs responsables. La policía de Berlín siempre ha preferido castigar las protestas por sí misma. Springer & Co se encargan del resto con sus «informes».
Y antes de que alguien tenga la impresión de que este Estado policial está suficientemente consolidado, concluyamos con un vistazo a la nueva ley policial de Berlín: ASOG. El gobierno estatal negro-rojo está creando una nueva ley policial que incluye más videovigilancia, troyanos estatales y, sobre todo, un cambio significativo en las facultades de intervención de la policía. En Berlín, hace años se crearon los llamados «lugares propensos al delito (KbOs)», como el parque Görlitzer, la línea de metro U8 y la calle Rigaer.
Con el nuevo ASOG, se añadirá videovigilancia a estos lugares, que se evaluará mediante IA. Esto también será posible para eventos públicos. El software de análisis «Gotham» de Palantir hará que las masas de datos digitales sean utilizables para los funcionarios de Berlín en el futuro. La «IA de reconocimiento de comportamiento» del Instituto Fraunhofer se utilizará ahora en Berlín, tras su implementación en Hamburgo y Mannheim. El plan es entrenar a la IA con imágenes de cámaras de vigilancia en KbOs, grabaciones de objetos en peligro y material policial procedente de helicópteros y drones. Si se aprueba la ley, en el futuro la policía podrá instalar secretamente troyanos estatales en los hogares. Este proyecto también aborda el deseo de la policía de acceder a los mensajes de chat cifrados, permitiéndoles interceptarlos antes de que los servicios de mensajería los cifren.
¡Fuego y llamas para la policía!
¡Libertad para Nanuk, Maja y todxs lxs antifascistas!
¡Libertad para lxs acusadxs en el juicio de Ampelokipi!
En memoria de nuestro compañero Kyriakos Xymitiris – ΓΙΑ ΠΑΝΤΑ ΕΝΑΣ ΑΠΟ ΕΜΑΣ (Siempre uno de nosotrxs)
Recuperado de: actforfree.noblogs.org
Notas al pie- Lorenz A. fue abatido a disparos por un policía luego de un confuso incidente en una discoteque. Este hecho provocó fuertes manifestaciones anti-racistas en Alemania, mientras que la policía y la prensa posicionan el caso desde la defensa del policía por un supuesto ataque de Lorenz[↩]
- Hussam Fadl fue un residente iraquí en Alemania, durante el arresto del abusador sexual de su hija, Fadl – según testimonios – se abría acercado corriendo a la patrulla donde se encontraba el agresor de su hija y fue atacado con múltiples disparos de la policía. Posteriormente, muere en el hospital.[↩]
- Lamin Touray fue un residente gambiano en Alemania, quien durante en una discusión con su pareja – en donde se le acusa de portar un cuchillo – fue abatido a disparos sin seguir alguna clase de protocolo.[↩]
- Mouhamed Lamine Drame fue un chico senegalés de 16 años quien fue asesinado luego de que el director del centro de asistencia de la juventud llamara por “riesgo de suicidio”. Lamine Drame fue encontrado portando un cuchillo y, – según la fuente policial – atacó a la policía recibiendo disparos de pistolas eléctricas, disparos con munición real y violencia física.[↩]


